Consumismo y deporte, ¿Vivimos en la Edad de Oro?
De repente nos hemos encontramos con una proliferación de tiendas deportivas y especializadas por cada pocos metros o clicks del ratón; con grandes firmas de alta costura han lanzado unas deportivas, entre otros complementos; y que cada vez son más frecuentes los debates entre qué zapatillas son mejores para hacer los primeros 10k por poneros un ejemplo. ¿En qué nos hemos convertido y en qué hemos convertido la práctica del ejercicio físico?
No me gustaría dar la impresión de que este artículo está escrito en un arranque contra el sistema, su economía y todo lo se lleva por delante el capitalismo. Es mucho más simple que todo eso.
Se trata de que estamos olvidando y dejando que se olvide que lo esencial del deporte no es ilusión que a todos nos da cuando estrenamos un conjunto al salir a correr; o el tener que pararte a pensar por dos segundos qué zapatillas te llevas hoy al gimnasio; ni siquiera es importante conocer cada detalle de los calcetines de compresión que te dicen por todos sitios que has de comprarte para conseguir las marcas que quieres. Lo importante siempre fue, siempre ha sido y siempre será lo que nos hace sentir el deporte.
¿De dónde viene la necesidad de equiparse hasta las pestañas para cualquier actividad? En las fechas en las que estamos, esta pregunta les sonará y llegará a muchos. La publicidad está haciendo su deber al lanzarnos el mensaje de que ahora, por fin, «es el momento perfecto para ponerse las pilas» y que para ello, qué mejor que tenerlo todo nuevo, bien puesto y preparado para el lunes, «El Día de los Empiezos»*.
¿De verdad necesitamos tanto para sentirnos bien con nosotros mismos? No te preocupes, antes de pararte a pensar debes saber que esa pregunta tiene trampa, o al menos yo misma caigo en ella. Y es que siempre he sido seguidora y fan de muchas marcas de deporte y mentiría si dijera que no estoy al tanto de colecciones, complementos y todo los que se vende y se puede vestir en el mundo del fitness. Pero eso no significa que me lo compre todo, y muchísimo menos que lo considere importante para hacer deporte.
En mi opinión, lo más tóxico no es el hecho de consumir o gastar, es el que creas que es necesario que te compres tres pares de zapatillas distintas para correr en ciudad, en montaña o en un tartán de atletismo. Es creer que para empezar a hacerlo, debes comprarte un pulsómetro y medir tu actividad (cual analista de datos) todos los días que sales a correr.
Esto me lleva a pensar que hay muchísima gente que se ha incorporado al mundo del fitness por eso de exponerse en redes sociales y demás soportes como consecuencia de ese consumismo que nos han contagiado. Al fin al cabo, ser «fit» está de moda.
Y esto, para acabar, también me da pena. Porque lo único que hacemos es concederle al deporte una posición que no se merece entre las personas que los practicamos de forma no profesional. Una posición de que sólo lo practican correctamente quienes salen de su casa equipados y con la lección sabida de cómo usar el gadget de turno. Una imagen que dice que solo algunos privilegiados lo hacen bien porque disponen de los recursos para ello.
¿Cuándo pasará la Edad de Oro del consumismo de deporte? ¿En qué fase nos encontramos? ¿Te consideras «víctima» de ese consumismo? No pasa nada, que te guste la ropa o las zapatillas no significa que sea algo malo, en mi opinión, debería llamarte la atención si consideras que todo eso es necesario.
[small]Foto por WebSphins[/small]
One Comment
Eduardo Serralvo
Personalmente hago deporte porque me gusta y por nada más, me da igual hacerlo en ropa nueva o en ropa vieja, mientras esta sea cómoda y me permita ejercitarme con comodidad. Nos hacen creer que con su textil de compresión o con sus zapatillas nuevas última tecnología vamos a progresar más fácilmente y con menos esfuerzo, aunque la realidad es bien distinta y creo que todo aquel que lleve un tiempo entrenando lo sabe. Equipamiento el justo y necesario, todo lo demás distrae del objetivo.
También está muy bien visto socialmente el hecho de ponerse delante del espejo y echarse una foto con esa prenda de deporte nueva nueva aunque seguramente se use una o dos veces para después dejarla cogiendo polvo en el armario, es un postureo muy frecuente y en mi opinión poco sano.